miércoles, 22 de junio de 2011

A 25 años del mejor gol de d10s


En un día como hoy, pero de 1986, el futbolista argentino Héctor Enrique, trasladaba la pelota por la mitad de la cancha, cuando de repente escucha que una voz interior le ordena:
- pásasela al diez-

El negro sorprendido levanta la cabeza, y observa que Maradona estaba rodeado por dos súbditos de la reina Isabel ll en cada uno de sus costados, y situado de espalda al arco rival. Es decir, en la peor ubicación posible. Pero también logra ver que un intenso rayo de sol caía sobre el pecho del diez, como indicándole el destino al cual debía jugar el balón.
En consecuencia, se decidió por arrojarle la pelota, que más que pase, parecía ser una invitación hacia lo imposible. Sin embargo, Maradona colocó el balón bajo su suela y giró 180 º, para iniciar en ese sentido, una carrera de 55 metros como si fuese una Ferrari en contramano.
De esa forma, el sol del ½ comenzó a dibujar las confundidas sombras de los ingleses, que iban quedando desparramadas por el césped del Azteca. Mientras que el morocho argentino las pisoteabas una a una, hasta que finalmente por piedad les devolvió el balón. Pero NO sin antes colocarlo bajo el arco desprotegido por Peter Shilton.

De ahí en más, las manifestaciones místicas en la selección Argentina fueron más bien escazas. Por eso vale el recuerdo de tan gloriosa jornada.
Ah…ya sé, los lectores suponen que a este relato está incompleto por no hacer mención a la también considerada influencia celestial en el primer gol de aquel partido, el cual, fue convertido mediante una mano invisible. Sin embargo para diferenciarme del resto del mundo, NO voy adjudicarle al todopoderoso su colaboración en esa ilegalidad. Para eso está el demonio. Así que mejor diré que durante esa jornada, la Argentina contó con la ayuda tanto de Dios, como la del Diablo. Quienes se turnaron para encarnar en el cuerpo de Maradona, y de esa forma consagrar el más bello triunfo deportivo de nuestro país.

¿Y por qué ese día el bien y el mal jugaron contra los ingleses? Eso nunca se va a saber, pero al menos los británicos podrían comenzar a rezar un poco mejor. Ya que mientras su oración más celebrada sea: “qué Dios salve a la reina”, difícilmente su pueblo alcance alegrías semejantes. Y mucho menos si encima se queda con lo que no les pertenece.

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